26 febrero 2010

Confesiones de una mujer adulta


Resulta que de chiquita siempre esperé a mi príncipe azul. Y digo “a mi” porque pensaba que toda mujer tendría rondando, cerca o lejos, al hombre que soñó para compartir su vida.

Lo imaginaba con conciertas características particulares:
Buen mozo, atento, divertido, romántico, fiel, comprensivo, trabajador y buen amante.

Con los años fui variando las pretensiones porque, claro, entre buscar y buscar empecé a darme cuenta que era más fácil soplar la armónica y cantar al mismo tiempo, que encontrar un hombre así de completito. Fue para entonces que entendí por qué nunca hallaría mí anhelado príncipe: resultó ser ley que ciertas virtudes, dentro de las capacidades masculinas, se repelen, y por tanto son incompatibles entre sí.

A lo largo de mi vida conocí muchos hombres:

Buenos mozos, divertidos y amantes inolvidables, pero que buscaban trascender en las memorias de cuanta mujer se cruzase (con especiales tendencias hacia mis hermanas, amigas, vecinas): una sarta de infieles por vocación que, con suerte, te golpeaban poquito. Sin contar esa capacidad sobredesarrollada de conseguir todo de arriba y esquivarle al laburo con el mayor de los entusiasmos.

Conocí también hombres atentos, románticos y trabajadores, pero más aburridos que escucharse una pelea de tortugas por radio. Aquellos rotulados de “buenitos”, pero que pasada la media hora de charla, te dan ganas de dejar de fumar y empezar una vida nueva (lejos, bien lejos…).

Otros muy románticos y fieles, que después de tres meses maravillosos terminaban siendo celosos compulsivos repugnantemente inseguros. Los típicos que quieren saber si tienen la virilidad más desarrollada que algún ex, esperando la casi mecánica respuesta: “si mi amor, tu poronga es la más grande”.

Me tocó alguno que por fin era buen mozo, atento, divertido, fiel, comprensivo y trabajador, pero en las noches de encuentro sexual, tenía que esperar que se vaya de la casa para tener alguna satisfacción. Claro que era divertido variar en la creatividad artística a la hora de fingir el orgasmo. Pero al fin de cuentas, es más recomendable pagarse unas clases de teatro.

No me faltaron los simpáticos, divertidísimos. Los “macanudos” pero, además, bien parecidos (a Corky…).

En fin, ya no espero más que llegue mi príncipe azul. Ahora estoy casada con este cierto viejo verde. No creo que sea una cuestión de colores. Sin embargo, aprendí que más bien hay que optar por elegir la compañía efímera que reclame cierto momento, lugar, y el propio estado de ánimo, como quién elige una película para ver en el cine, y vuelve después a la casa a disfrutar cariñosamente de su mediocre, pero cotidiano televisor. Después de todo es bien sabido que un hombre sin cuernos, es un animal indefenso.

23 febrero 2010

Mujercitas eran las de antes...


Hace décadas atrás la definición de la mujer era bastante menos controversial que en épocas actuales. Freud a principios del siglo pasado, la definía por su carácter de castrada, y envidiosa del pene…

Gracias a la lucha de género organizada, podemos decir en la actualidad que somos algo más que eso, y que al pene poco o nada tenemos para envidiarle… Sin embargo, la epopeya de que nacimos de la costilla del hombre sigue siendo una idea común que se resiste a ser erradicada. Por eso me interesa desmitificar asuntos muy relacionados a la mujer, que nada tienen de femeninos, pero que con suerte y un poquito de imaginación, ayudan de algún modo a combatir el patriarcado.

Para empezar, podríamos traer a colación un tema muy cotidiano para algunas, de dos o tres días para otras, y hasta semanal en los casos extremos. Si hay hombres leyendo, se recomienda que se sienten porque Sí! señoras y señores… las mujeres también cagamos!.

Es difícil imaginar a ricitos de oro sentada en el inodoro echando un gran garco después de tantos platos de avena. Mucho más pensar a blancanieves haciendo un hoyo en el bosque y limpiándose con una hoja de pino. O a la bella durmiente levantando la sábana para saber a qué huele el pedo estruendoso que se acaba de mandar…

Desde pequeñas nos hacen creer que las mujeres no cagamos, y en caso de hacerlo, siempre es en pequeñas pepitas sin olor perceptible. Por supuesto que cada una de nosotras sabemos que después de los dos platos de humita, un cazuelón de cayote con nuez, y 3 empanadas picantes en la entrada, la cosa se viene bastante distinta.

Efectivamente, lejos de ser inmaculadas con olor a vainilla, las mujeres también nos echamos mesejantes cagos que nada tienen que envidiarle al que con orgullo evacua el hombre. A pesar de no tener permitido comentarlo, las mujeres bien sabemos cagarnos horrible, oloroso y en paz.

Por eso, queridas amigas, tirémonos ese pedo que nos retuerce, caguemos en el baño aunque se escuche en la habitación del lado, nos animemos a sacrificar las medias nosotras también! Que mientras mas cargo nos hacemos de lo natural, mas fácil es dejar de renegar por superficialidades.

Que así sea.

18 febrero 2010

Reflexión sobre la Pachamama


Sé que van a saltar todos los amantes de la cultura y otras yerbas, pero no me parece para nada satisfactorio viajar hasta Amaicha del Valle para presenciar la elección de la más vieja, la llamada "madre tierra". Honestamente, prefiero ir al de las colas Reef.

15 febrero 2010

Arenga for export

Cuando estoy en la cancha y escucho a la barra brava cantar "a esos putos les tenemos que ganar", siento tanta verguenza. Una arenga, si es digna de ser llamada así, tan infantil que es extraño que sea gritada por monos de dos metros. Tiene tan poco sentido que termina provocando la risa de los contrarios. Lo peor de todo es que el estadio en su plenitud se copa para que suene más fuerte.

Pero lo que me llama más aún la atención es que este cántico pasó a ser un fenómeno internacional. En Colombia, en Uruguay y en México, también la cantan...

13 febrero 2010

Malentendido II


Ayer, cuando un amigo me comentaba lo placentero que resulta ir a un telo con yacuzzi, lo primero que se me vino a la cabeza fue el jugador de Arsenal de Sarandí. En un determinado momento el fútbol lo acapara todo.

12 febrero 2010

Malentendido I


Marcó del Pont, la reemplazante de Martín Redrado en el Banco Central, me suena a título de una nota breve de fútbol internacional de la sección deportes. Creo que el "Olé" se haría un festín con ese apellido.