26 abril 2010

"¡¿Quién maneja...vos o yo?!"


No se puede hacer sugerencias a quien conduce un vehículo sobre su manera de hacerlo. No se puede. No hay lugar para pedir que se baje la velocidad, que se tenga cuidado con cierto ciclista, que se considere al peatón, que mire hacia adelante… no se puede dar indicación alguna al que maneja un auto…

¿Y por qué no se puede? Porque así lo dice el despotismo del dueño/a del vehículo.

Mi incertidumbre viene a estar dada desde el momento en que el que conduce, además del volante, tiene en sus manos el destino de las vidas que comparten ese mismo espacio móvil.

Hay incluso, a veces, ciertas cuestiones que refuerzan mis críticas hacia quien está poniendo la diestra en el acelerador, como el bocinazo del transporte escolar que viene atrás, la cara de furia de la doña que está cruzando la calle, la vuelta de cabeza al estilo “El exorcista” con expresión de asombro de la gente que peatona por la vereda en contramano a nuestro rumbo, el sonido escalofriante que hacen las llantas al dejar sus huellas en el asfalto en una frenada repentina, y por último, la estrategia que tiene el/a conductor/a mismo/a de culparme a mí y a mis quejas de todo lo sucedido anteriormente. Es así que no se puede dar indicación alguna a quien maneja un auto…no se puede.

Es como si tener el volante en las manos produjese cierta megalomanía extrema, tan ilusoria como creer que comiéndose los 24 tomos de una enciclopedia universal, en el sentido literal del acto, se puede llegar a la sabiduría absoluta.

En fin, abro la lucha contra el poder totalitario que pretenden aquellos que poseen y ejecutan algún medio de transporte privado y, mientras tanto, me muevo en colectivo, que sí se interesa por mi opinión y me pregunta desde el posterior del aparatejo: “¿Cómo conduzco? Llame al 0800-bus”.

20 abril 2010

¿Amistad entre el hombre y la mujer?


Controversial tema si lo hay, es esta cuestión de la amistad entre los diferentes sexos. Los discursos varían entre lo que dicen los hombres al respecto, lo que opinan las mujeres, y de acuerdo al caso a caso.

Según elaboradas encuestas, en resumidas cuentas, las afirmaciones son dos:

1-No existe la amistad entre el hombre y a mujer. Cuando dos personas de géneros opuestos entablan amistad puede ocurrir que:

*Alguna de las dos partes se “confunde” o se enamora de la otra, y la cosa estalla en algún momento de ebriedad

*Tarde o temprano ambos caen bajo la sombra de la tentación y la historia termina en algún encontronazo sexual no planificado, generalmente producto del exceso etílico, y el posterior arrepentimiento matutino.

2-Existe la amistad entre el hombre y la mujer. Estas personas afirman que poseen amigos/as y que nunca se les pasó por la cabeza hacer nada que esté fuera de los marcos del compañerismo.

Por si o por no, la temática se hace históricamente interminable. Aquí, algunos testimonios:

Juan: Pasa que los hombres le dan a cualquier cosa que se dé la vuelta. Las mujeres en cambio piensan más en no arruinar la amistad.

Cintia: Yo los únicos amigos que tengo son los amigos de mi novio. Ni bien me peleo, no dejo títere sin cabeza…je!

Gonzalo: Es que… depende la amiga. Si esta buena, ya desde el principio que no la veo como amiga ni en pedo. Se aprovechan muy bien los momentos de debilidad en esos casos.. vos viste…

Alexandra: Si, existe, pero cuando la cosa se hace más íntima, siempre es importante probar cositas nuevas…

Ailín: Obvio que existe la amistad entre el hombre y la mujer. Pero tenés que buscarte uno que sea gay, porque si no… para los tipos cualquier hoyo es trinchera.

Sigmund: La cuestión erótica siempre está. Y la mujer… bueno, se le complica a ella, vos sabés que la envidia del pene lleva a…

Carlin: y… amigos son los amigos!

Franco: Yo tengo muchas amigas, y nunca hice nada con ninguna. Yo le soy fiel a mi novia, a ella la amo y no me interesan las relaciones pasajeras, me parecen superficiales.

Sandra: La verdad, yo tengo un solo amigo, que es el novio de una amiga. Y con Franco todo bien, nunca haría nada. Además, es más fiero! No sé qué le pasa a mi amiga…

Roberto Carlos: ¡Claro que existe!. Yo tengo un millón.

El asunto no se agota y las confusiones persisten. Quizás, allá en el tiempo las parejas y las amistades dejen de ser una cuestión de propiedad privada y la anarquía sexual se imponga, quizás no. Lo importante es que por ahora el tema nos sigue sirviendo como excusa de noches largas para el desfile de porrones en algún bar y las más insólitas conversaciones que nunca se acaban.